Archivo | 16:39

El feminismo de Thomas Bernhard

10 Oct

Las mujeres son demasiado emocionales, carecen casi por completo de objetividad.

¿Ha visto alguna vez a un ama de casa que haya piloteado un transatlántico a través del océano?

Las grandes tragedias sólo se pueden representar con mujeres de voces sombrías, que se confunden casi con la de un hombre.

El gran drama no soporta las voces altas, y la voz de la mujer, si no está borracha, resulta casi siempre demasiado alta para el gran drama.

La mujer lo tiene todo en sus manos. El instrumento de poder de la mujer es, desde hace siglos, convencer al mundo de que el hombre la oprime.

Las mujeres son mucho más astutas y viven aplicando el método de que la mejor defensa es el ataque, echando siempre en cara al hombre todo.

No encontrará una mujer en una sola cabina de mando del mundo, y tampoco en una compañía aérea que quiera disminuir en lo posible los accidentes.

No se puede representar bien una tragedia con una mujer que tenga una voz femenina completamente natural. No funciona. Y en el gran teatro del mundo, naturalmente, tampoco.

La mujer, en cualquier trabajo físico, se fatiga en las tres cuartas partes del tiempo, por ejemplo en una cadena de producción; cuando los hombres trabajan todavía perfectamente, la mujer tiembla ya y lo deja caer todo y lo hace todo al revés.

Se hace un favor a las mujeres al decirles siempre que tienen sentimientos pero no inteligencia, y no se les hace ningún favor cuando se les concede cualquier inteligencia, porque se las expone a un viento de una intensidad que, sencillamente, no pueden afrontar.

Y si se estudia más de cerca la inteligencia femenina , cosa que es posible en las obras literarias, porque científicas apenas hay -apenas hay obras científicas o filosóficas escritas por mujeres, sencillamente no las hay-, sólo ha habido mujeres que fueran científicas en calidad de ayudantes de científicos. Piense en el caso de Madame Curie, en el fondo el inteligente era el marido y ella la sirvienta.