En este momento de mi dulce vida soy lo que de niña me prometí:
una persona culta y tranquila, una lectora consagrada, una intelectual influyente.
Cuando tenía nueve años me imaginaba ante un auditorio manipulándole la mente a la gente, era inocente, no me imaginaba internet y resulta que este medio abarca mucho más público que el que se pueda convocar en la sala de una universidad. Fui más allá de mis sueños.
¡Soy sensacional!
***
Pero ahora estoy desconsolada porque todavía soy joven y no tengo porvenir.
Las ilusiones de la gente como yo no son las ilusiones mías.
Me voy a dedicar a contemplar paisajes,
A contactar hadas,
A hablar con duendes,
A conversar con las nubes
Y a tratar de entender la vida sexual de las moscas.
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