Un mal necesario.
Un hombre inferior.
El Satán del hombre.
Un hombre más blando.
Una esfinge sin secretos.
La confusión del hombre.
El lugar de la mujer es la cocina.
El lugar de la mujer es el dormitorio.
Un animal al que le encantan los adornos.
Si las esposas fueran buenas Dios tendría una.
Es casta la que nunca se ha preguntado si lo es.
El silencio da a las mujeres la gracia apropiada.
Las mujeres, en el mejor de los casos, son malas.
Que una mujer estudie indica confusión en el reino.
La mujer llora antes de la boda y el hombre después.
Las mujeres y los elefantes jamás olvidan un agravio.
Es mejor ser macho por un día que hembra por diez.
En ausencia de hombres, todas las mujeres son castas.
Hay muchas mujeres buenas, pero todas están muertas.
Educar a una mujer es como darle un cuchillo a un mono.
Las mujeres malas fastidian; las mujeres buenas aburren.
El hombre que confía en una mujer confía en un estafador.
Bandejas de plata en las que ponemos manzanas de oro.
Vale más la maldad del hombre que la bondad de la mujer.
Las mujeres, en su mayoría, son un ganado de difícil manejo.
Si no eres un hombre, no eres más que un cero a la izquierda.
El que cuenta noticias a su esposa es que está recién casado.
Es ley natural que la mujer esté sometida al dominio del hombre.
Las mujeres y los pollos se pierden deambulando de casa en casa.
Gracias, Señor, porque no me has creado pagano, esclavo o mujer.
Una mujer, un asno y un nogal dan más fruto cuanto más les pegas.
Una mujer es como un caballo: el que puede manejarla es su amo.
La mujer está hecha para el hombre, el hombre está hecho para la vida.
Un caballero es quien se quita el sombrero antes de golpear a su esposa.
Una mujer no es más que un animal, y no un animal del orden más elevado.
Un cordero blanco como la leche que pide con su balidos la protección del hombre.
Una mujer que silba y una gallina que cacarea no sirven ni para Dios ni para los hombres.
Lo que se busca es una esposa, como en un perro, es la reproducción de la raza.
Una mujer no es una persona, de la misma manera que un pollo no es un pájaro.
En el hombre los pecados mortales son veniales; en la mujer los pecados veniales son mortales.
Una esposa que espera tener buena reputación está siempre en casa, como si fuera paralítica.
Las almas de las mujeres son tan pequeñas que según algunos carecen por completo de alma.
El hombre es el mundo entero y el aliento de Dios; la mujer es la costilla y el fragmento torcido del hombre.
Unos hombres se entregan al placer y otros a su profesión, pero en el fondo de toda mujer hay una libertina.
La diferencia principal entre las mujeres llamadas decentes y las putas es que estas últimas son menos deshonestas.
Las niñas empiezan a hablar y a tenerse en pie antes que los chicos porque los hierbajos siempre crecen más de prisa que los buenos cultivos.
A toda mujer le encanta la idea de un jeque que se la lleva en su caballo blanco y la viola en su tienda. Es un instinto femenino básico.
Toda mujer preferiría ser hombre, de la misma manera que todo infeliz deforme preferiría estar intacto y ser hermoso, y todo idiota y necio preferiría ser instruido y sabio.
El hombre puede obtener una experiencia de Dios; la mujer sólo puede obtenerla a través del hombre. Por lo tanto, cada mujer debería tratar a su marido como a Dios.
Un animal que suele vivir en la proximidad del hombre y tiene una susceptibilidad rudimentaria a la domesticación… la mujer es ágil y de movimientos airosos, es omnívora y se le puede enseñar a callarse.
Tomado de:
La inferioridad natural de la mujer. Tama Starr. Buenos Aires. Alcor. 1993. 222 páginas.
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