Casi toda la gente que me simpatiza es gente furiosa.
Nos reunimos cada cierto tiempo a recordar que todo está peor que la última vez.
Que la miseria de mañana será peor que la de hoy.
Siempre son hombres.
Mayores o menores que yo pero hombres en todo caso.
Hombres masculinos.
No he conocido mujeres con las que me reúna a ser tan pesimista como con ellos.
Mis amigos son sensibles pero furiosos.
Y la furia los lleva a usar malas palabras.
A mí me gusta oírlos, no son maleducados,
Son bonitos y de buenos modales.
Sonrientes y tranquilos como yo.
Relajados y con mucho tiempo libre.
***
Pero hay realidades que sólo se pueden expresar con malas palabras y con furia.
El miércoles me encontré con uno de mis amigos furiosos con el mundo pero amables conmigo (siempre son amables conmigo).
Hablamos de políticos corruptos,
De los políticos que se merecen los colombianos.
De la miseria de la gente que trabaja ocho horas diarias y tarda tres horas en un bus apestoso mientras va del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Gente con el derecho a llegar e darle en la jeta a la mujer y a los hijos porque están desesperados.
De los sueldos miserables.
De la televisión inmunda.
De la gente estúpida de nacimiento.
De las putas.
De los traquetos.
De los teléfonos inteligentes.
Mi amigo decía cada vez que pensaba en la pobre humanidad sin conciencia de la miseria en que vive: «si yo viviera en esas condiciones andaría siempre con cara de culo».
Cada uno de mis amigos tiene sus propias frases, sus propias palabras,
Pero lo fascinante de ellos es que, como son niños bonitos, todo se les ve bien.
Usó la expresión «cara de culo» más de seis veces, nunca se la había oído decir antes y con tanto énfasis.
Esta mañana, mientras iba en mi bus apestoso recordé su furia, su rostro diciendo «cara de culo»,
Miré a la gente con cara de culo que iba al lado mío y los comprendí un poco.
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