Mi mamá no es como la mamá de Fernando Vallejo,
Tampoco es como la de Marguerite Duras,
Virginia Woolf,
Emily Dickinson,
Flaubert
o Proust.
En pocas palabras:
No tengo problemas con mi madre ni con la idea que me he ido creando de la linda palabra a lo largo de la vida.
…
No deseo estar pegada a ella como si fuéramos siamesas,
No soy su parásito, no nos tratamos como cajeros automáticos,
No me esclaviza a costa de su afecto
Evito todo tipo de cursilerías que me hagan ver como la más falsa de las falsas.
No muero por colmarla de cariño como si se tratara de un ser sobrenatural porque no lo es,
No deseo verla muerta porque no me hace ningún daño ni me estorba, ella vive en su casa y yo en la mía.
Si me preguntaran en una entrevista qué pienso de mi madre respondería con naturalidad:
Hemos construido una relación muy sana, más sana de lo que cualquier psicólogo se pueda llegar a imaginar.
…
No escribo para santificarla porque no es una santa
No escribo para condenarla porque ha sido tan buena como puede serlo la madre de una persona como yo.
Si yo fuera mi madre me sentiría orgullosa de su hija, claro que sí.
…
En un mundo tan feo tuve suerte de tener una madre joven, bonita y juguetona.
De grande decidí que no sería madre porque no podría entregarme así como se entrega ella.
Ahora que yo soy una señora vieja y ella es 22 años mayor que yo y ella tiene una mamá 22 años mayor que ella, es decir 44 años mayor que yo, empiezo a sentir el abismo que ha sentido mi pobre mamá ante su mamá y ahora soy yo quien me levanto pensado: ¡yo podría vivir 44 años más y estos 43 años no son pocos! Ay.
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