Se terminó esa principalidad de la cultura anciana, patrimonial, basada en la experiencia, la memoria y el asentamiento sedimental de lo ya sabido: ella carece de respuestas frente al mundo que tenemos, frente al que viene encima. No es que la juvenil posea respuestas. Es que en ese carecer de alguna, ella se siente cómoda, en su sitio. En el mundo –en su refractaria inasequibilidad contemporánea- el que se ha hecho insultantemente joven, irresuelto, y toda la demanda que eso arroja señala el único sector de la población que no ha perdido la capacidad de ser sí mismo –en medio de esa devastación (de la inteligencia, de la capacidad de comprender). Como se dijo hace algún tiempo del surrealismo, puede ahora decirse de la cultura de la juventud: representa la última instantánea de la inteligencia del mundo.
José Luis Brea, en El net.art y la cultura que viene.Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 2009. Página 35.
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