Vera: una novela muy interesante

4 Feb

Ahora se encuentran en cualquier esquina mesas con libros de Editorial Norma a $4.000 y $5.000 ¿Por qué? Una campaña para combatir la piratería. Gracias a la campaña tuve el placer de leer Las Horas, de Michael Cunningham, y ahora me espera Días cruciales, del mismo autor. Espero encontrarme con otro Frederic Beigbeder y no con otro Daniel Pennac: de Frederic Beigbeder me gusta todo, de Daniel Pennac sólo Como una novela. Con la lectura de Las Horas puedo terminar en paz el 2008, en un año se descubre un autor, esa es la norma a la que estoy acostumbrada y eso que paso la mayor parte del tiempo leyendo.

En la mesa había un libro de Andrés Hoyos, una novela escrita por el director de la Revista El Malpensante. El no me gusta ni como director, ni como columnista, ni como administrador de grupos en Facebook, ni como contador de chistes o anécdotas graciosas; él es de los que no hace reír sino enfurecer cuando se las quiere dar de chistoso, supongo que admira con desesperación a Daniel Samper Ospina.

Compré el libro con la intención de ejercitar un tipo de escritura que tengo abandonada: la crítica ofendida, la que se escribe después de haber leído pensando en la persona que escribe y con la seguridad de que el texto no merece ser leído pero se lee. La ventaja de este tipo de lectura y de escritura es que no exige relectura, desde la primera página se usa el resaltador y antes de llegar a la página veinte ya se sabe sobre qué se va a escribir, mientras se escribe se piensa en la cara que pondrá el Artista si es que llegara a leer lo que se escribió sobre su novela.

Compré el libro a las doce, son 148 páginas de la coleccion La otra orilla, ni muy grande ni muy pequeño, comencé a leer a las dos, son la seis, ya lo terminé con breves interrupciones: un café, una llamada de veinte minutos. Lectura rápida, no muy predecible, abundantes lugares comunes, un libro digno para subir los niveles de lectura en el colombiano promedio. El comienzo me hace pensar en el estilo de Ricardo Cano Gaviria, en la página veinte recuerdo un libro sobre el parlache, en la cincuenta rememoro Muertos de susto de Harold Trompetero. No pienso en Flaubert, en Bufalino, en Chandler, en Dickinson, en Ribeyro… en ningún gran escritor.

Lo más desagradable de la novela es el uso reiterado de la expresión «muy interesante», una expresión vacía. Se supone que Vera es vista y narrada desde tres perspectivas: la del detective, la del columnista y la de ella misma, a pesar de que el escritor se esfuerza por hacerle creer al lector que se trata de tres voces diferentes los tres narradores desprecian lo mismo que desprecia Andrés Hoyos por diferentes razones: la izquierda, los profesores universitarios que se follan a las estudiantes bonitas y desaplicadas del curso, los sociólogos, los pobres, los feos… y los tres se hallan inmersos en situaciones «muy interesantes». Vamos a dar varios ejemplos en los que se usa la expresión que, de paso, sirven para plasmar la pobreza del estilo en la escritura del autor:

Examinando con mayor cuidado, noto que varias de las fotos más interesantes son tomadas en una discoteca que yo conozco. (Pág. 20)

Estas últimas, pese a que están hechas para mundos que no existen, no dejan de tener aquí y allá ideas interesantes. (Pág. 73)

Interesante, pero no para lo que nos ocupa. (Pág. 74)

¿No le interesarán a tu amiguito el grafómano ése para que malgaste en cosas más interesantes su mala prosa? (pág. 91)

El parlache:

Hay varios pasajes a lo largo de la novela que hacen pensar en el parlache, nunca sabré cuál es el propósito de usar este tipo de registro en personajes que se vanaglorian de su buen gusto y su clase cuando se trata de pensar en comida, bebida, lugares de encuentro. Para quienes no saben lo que es el parlache a continuación la conversación entre amigas de la base social en la que se origina el «fenómeno», sería lamentable que no sólo el cine colombiano sino la literatura se favorecieran de este recurso, creo que es una pérdida:

Texto número cuatro

-Quiubo.

-Bien.

-Hijueputa. Más mal, estuve en el entierro de Janik.

– ¿Cómo?

– Sí, hijueputa, lo mataron el viernes.

– Vida marica: ¡lo mataron! ¿Quién fue el gonorrea?

– No que va, el malparido se mató solo.

– ¿Mande?

– Sí, íba en una moto con Jerry y se le atravesó una puta buseta y el gorzobia voló, explotó.

– Hijueputa, es güevón vivito todavía no se pasaba de remojo, pa’ ir a matase él mismo.

– Sí, aquél… está más grave, el que lo íba parrillando y a ese sí no, sólo se jodió una mano y se cortó la cara. Ese man ya está es de mental y no hace sino gritar, dizque: viejo, por qué vos, hijueputa, y casi no lo deja enterrrar.

– Jerry es un amor, una nota, Hoy mismo me piso pa’ allá. El no se va a joder más.

-Yanik quedó más lindo, todo nota, lo peinaron muy cuquita, yo me tomé todo un rollo con él; pero ahí el feto era yo, él estaba preciosis. Los muchachos, cuando lo íban a enterrar, se tiraron a es gueco, casi no dejan hacer nada. Los chachos están dolidos, más si no tienen por qué vengarse. Porque cuando hay con quién, ellos se desahogan, pero ahora están con eso adentro. Mejor no vas donde Yerry.

– ¡Las güevas! Así me den chumbimba, yo tengo que ir, tengo que estar con él, a la efe, como debe ser, ¿o sino qué? Yo vuelo, no, olvídate, ese man me necesita.

-Sisas, tienes razón, cuando él entienda te va a agradecer.

-Bueno parcera, parlamos, paso por vos a las ocho pa’ que nos pisemos pa la novena.

-¡Jmp! Hijueputa, me dañaste la mañana. Chao.

-Bye.

Una respuesta hasta “Vera: una novela muy interesante”

  1. miguel obando 2 abril, 2013 a 13:20 #

    muyinteresante felicitaciones

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