En todas las épocas de la historia, los enemigos mas encarnizados del Dogma se han reclutado entre los partidarios de un Dogma Diferente, quemándose, ahorcándose y crucificándose mutuamente. El auténtico espíritu libre está abierto a todas las posibilidades, incluyendo los dogmas y las supersticiones. Ese espíritu debería ser la esencia del pensamiento científico y filosófico; y lógicamente lo es, pero es raro que psicológicamente o históricamente lo alcance a ser: los hombres de ciencia y los filósofos son hombres de carne y hueso y no están desposeídos de los vicios de los demás mortales; tienen mayor dominio de la inteligencia y más espíritu crítico, pero es una diferencia de grado, no de esencia…
… Si hay algo seguro en nuestro conocimiento es la verdad de que todos los conocimientos actuales son parcial y totalmente equivocados.
Ernesto Sábato, en Uno y el universo. Bogotá. Seix-Barral. 1999.
A menudo nos engañamos sobre la verdadera naturaleza del dogma. Su origen es, por supuesto, religioso. Y se pierde de vista que en su origen el dogma no tiene nada que ver con lo racional. Se trataba (y se trata) de una especie de símbolo solidificado que ejerce su verdadero efecto en un dominio inconsciente.
Para que sea efectivo y transmita su influencia espiritual exige no ser cuestionado. Esa es la esencia del dogma, o lo tomas o lo dejas. Pero si te pones a discutir sobre él no llegarás a lugar alguno pues su naturaleza no es mental ni tiene que ver con verdades dialécticas.
“Amor es no tener que decir jamás lo siento”.