El hombre es la más lujuriosa de las criaturas;
la mujer se aprovecha de su lujuria.
Dios hizo para el hombre una mujer,
para la mujer algo que desear gracias a un hombre.
La mujer exalta;
el deseo sacrifica.
El hombre es el pene,
la mujer el juego,
el pene fabrica espejismos;
el juego produce risa.
El pene estimula,
el humor hace más llevadera la vida.
El hombre es fuerte por el pene;
la mujer invencible por las máscaras.
El pene parece convencer;
las lágrimas parecen conmover.
Hombre y mujer saben que ambos fingen y ambos fingen no saber nada del fingimiento del otro.
El hombre es capaz de todos los sacrificios por sobreponer el amor al sexo;
la mujer de todos los martirios por parecer una Pobre Mujer.
El heroísmo produce risa, el martirio también.
El hombre tiene la supremacía del pene sobre la razón;
la mujer la preferencia de lo que el hombre le puede ofrecer más que el hombre mismo.
La supremacía significa la fuerza del pene;
la preferencia representa el derecho a la risa.
El hombre es un genio para despilfarrar dinero con mujeres;
la mujer es un ángel que desea ser invitada por un genio.
El genio es inmensurable;
el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria mientras posee a una mujer,
la aspiración de la mujer es la virtud extrema mientras aparenta ser un ángel.
La gloria hace todo lo grande;
la virtud hace todo lo divino. Ni el hombre posee la gloria ni la mujer la virtud.
El hombre es un código;
la mujer un evangelio.
El código no aprende a corregirse,
el evangelio no cree en lo que parece profesar.
El hombre piensa que piensa;
la mujer sueña que sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva alimentada por el deseo;
soñar es tener en la frente una aureola falsa.
El hombre es un océano de espejismos;
la mujer es un lago un poco más real que el océano del hombre, más práctico.
El océano tiene la perla que adorna: una mujer inexistente;
el lago la poesía del zángano, que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela bajo;
la mujer es el ruiseñor que canta para seducir al hombre disfrazado de águila.
Volar es dominar el espacio imaginario,
cantar es conquistar el alma de las masas analfabetas.
El hombre es un templo para él mismo;
la mujer es el sagrario en el que cree el hombre.
Ante el templo nos conmovemos;
ante el sagrario nos arrodillamos.
En fin:
El hombre es el hombre y la mujer la mujer y Víctor Hugo con su poema El hombre y la mujer no me parece precisamente un Genio que amó a las mujeres.
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